- Han pasado mas de dos meses desde que se impuso el estado de alarma. Ha sido un tiempo marcado por el coronavirus, que lo ha condicionado todo. Pese a esa nueva normalidad hacia la que avanzamos, también el inmediato futuro estará marcado por el

Hace un año revalidó en las urnas su cargo de diputado general. Al día siguiente, en una entrevista con este periódico señalaba que los votantes habían premiado la capacidad de gestión del PNV. La crisis va a poner a prueba esta capacidad como nunca antes.

-Nuestra legislatura ha cambiado radicalmente. Veníamos de un periodo de vacas gordas, con ingresos que se superaban de año a año y ahora vamos a entrar en el ciclo contrario. La visión de la Diputación se tiene que adecuar a este cambio, pero los mimbres son los mismos. Cuando hablo de gestión no hablo de una capacidad milagrosa, sino de la capacidad de conectar con una sociedad organizada, con una Gipuzkoa avanzada, solidaria con la que poner en marcha un modelo de liderazgo compartido que es el que realmente hace que la gestión de la Diputación sea más eficiente y que se concreta en Etorkizuna Eraikiz.

¿Cuánta gente le ha llamado para trasladarle sus penas?

-Uno tiene su antena particular pero también está la de todo el equipo de gobierno. Lo cierto es que en la crisis, gracias a la tecnología, las relaciones directas se han podido multiplicar, lo que me ha permitido tener una relación fluida y constante con agentes del ámbito socioeconómico. Y lo que me trasladan es máxima preocupación, sobre todo por el medio plazo.

¿Las medidas fiscales y ayudas directas emitidas durante el estado de alerta son todas las medidas o va a haber más?

-Ha habido un conjunto de medidas que iban dirigidas a la liquidez y que han tenido una función importante. En la medida en que se levante el estado de alarma y comience una nueva realidad van a ser necesarias nuevas ayudas, mirando más al medio plazo. Estamos en pleno diseño de esas medidas, ligadas a un plan de gestión que hay que repensar. La fase de la liquidez se va a tener que extender al apoyo de la supervivencia de los proyectos. Es lo que tenemos que abordar en coordinación con el conjunto institucional.

Confebask ha entregado una propuesta al lehendakari en la que pide aumentar el impuesto de Sociedades y el IRPF. ¿Cómo le suena?

-Cualquier movimiento en materia fiscal lo tenemos que hacer con responsabilidad, prudencia y desde la coordinación entre las diferentes instituciones. Si antes de la crisis ya decíamos que la fiscalidad tenía que estar ligada a la autosuficiencia financiera de las instituciones, podemos imaginar lo que puede ser ahora.

El objetivo declarado del gobierno foral ha sido hacer de Gipuzkoa el territorio con mayor nivel de igualdad. Es un propósito que puede tambalear con la crisis.

-Ese era un objetivo muy ambicioso en un contexto de bonanza; en la actual situación tiene todavía más vigencia aún. La crisis de 2008 puso sobre la mesa el debate sobre la desigualdad. Nosotros respondimos con un modelo propio y ese modelo esta más vigente que nunca.

Los alcaldes de EH Bildu y PSE se han quejado por el recorte de los fondos de financiación municipal.

-Comprendo la situación de los ayuntamientos y sus dificultades. Ahora bien, tenemos un esquema institucional que pivota en torno a una recaudación que se produce vía Hacienda foral y que luego se reparte en el conjunto de las instituciones, teniendo en cuenta que 70 de cada 100 euros van al Gobierno Vasco. Yo lo que pido es responsabilidad y junto a una visión particular hay que tener una visión de conjunto, porque este año se va a producir una caída en los ingresos de 1.200 millones y eso nos va a afectar a todos. Aquí no hay varitas mágicas.

Se quejan de que la decisión se ha tomado sin informarles.

-A principios de abril trasladamos a todos los ayuntamientos la previsión de una aminoración del 20% en la recaudación. Fuimos transparentes y los ayuntamientos han tenido esa información de primera mano. Cuanto antes se haga ese ajuste mejor. La Diputación ha dado ejemplo, aplicándose el ajuste. Además los ayuntamientos están ahora más saneados y si puntualmente se plantea alguna situación delicada, seremos sensibles. El ajuste hay que hacerlo de forma equilibrada entre todas las instituciones.

El 12 de julio hay elecciones. En qué medida puede condicionar una crisis como ésta en el comportamiento del votante.

-La crisis ha trastocado las prioridades de la gente; ahora es la salud. Pero las preocupaciones más tradicionales, como la economía, poco a poco irán recobrando su peso. Yo creo que en los momentos de mayor zozobra la gente pide estabilidad y, evidentemente, hay responsables políticos y partidos políticos que en mi opinión pueden garantizar más esa estabilidad que otros y no voy a entrar a hablar de siglas pero la gente se lo puede imaginar.

Cree que el mando único ha supuesto un ataque al autogobierno vasco.

-Ha habido actuciones que tienen que ver con la situación de alarma, que en un primer momento pudo haber justificado ese rescate competencial para poner en marcha medidas contra la epidemia. Según ha pasado el tiempo, esa justificación ha ido perdiendo peso. El lehendakari desde el primer momento puso sobre la mesa una reflexión que para mí es de cajón: el autogobierno ha demostrado su capacidad de gestión todos estos años ante cualquier problema que ha sufrido este país. Cuanto más autogobierno mejor gestión. Y ese nivel de cogobernanza al que se ha llegado ha sido consecuencia, en primer lugar, de la presión y exigencia permanente de Urkullu y su gobierno y luego, entiendo que esa cogobernanza en alguna medida ha corregido una situación que era muy negativa, porque estaba debilitando el autogobierno.

En el frente de las residencias de mayores, por fin pueden respirar.

-Siempre procuro recordar la cifra de las personas fallecidas: 167. Es un número altísimo. Recordarlo nos pone a la altura de lo que realmente ha pasado. Ha sido dramático, pero no solo en Gipuzkoa. Conocíamos el riesgo que existía, pero hablamos de una red que concentra a más de 5.000 usuarios y más de 4.000 trabajadoras. Creo que fue el 12 de abril el momento con mayor número de personas contagiadas en residencias, 315. Para hacernos una idea, el momento con la cifra más alta de ingresos hospitalarios en Gipuzkoa fue el 30 de marzo con 377 personas. La comparación da cuenta de la dimensión del impacto en las residencias. Ahora nos podemos permitir un respiro, pero solo momentáneo. Esto no ha acabado.

¿Echa la vista atrás, y qué piensa?

-Tengo la percepción de que hemos reaccionado muy bien como Diputación y, especialmente, el Departamento de Política Social, que desde el principio nos transmitió que se estaba anticipando a una situación muy dura en todo el mundo, pero dependiendo del territorio la reacción ha sido diferente. El hecho de que nosotros tengamos en Gipuzkoa una sociedad cohesionada, solidaria e interrelacionada ha venido muy bien para hacer frente a la enfermedad. En las residencias, todo el sistema ha reaccionado de forma adecuada: el ámbito institucional, el ámbito sanitario, el tercer sector, y, en primer lugar, las propias trabajadoras. La reacción ha sido coral, comunitaria y eso le ha dado muchísima solidez a la respuesta. No es una invención nuestra sino parte de un sistema que se ha ido consolidando durante las últimas décadas.

¿Llegó a pensar en algún momento que la situación era incontrolable?

-Hubo un momento muy significativo, cuando al principio de la epidemia dos residencias (Iurreamendi en Tolosa y Casser en Irun) sufrieron un impacto muy potente, tanto en las trabajadoras como en los usuarios. En aquel momento temía por las 65 residencias. Es verdad que luego el virus entró en otras 14 y no se expandió al conjunto de la red y que el 90% de los usuarios de las residencias han estado libre de

¿Analizando lo ocurrido, hay algo que hubiera hecho de otra manera?

-Dos cosas. La primera, la celeridad en la reacción. Ha sido una enfermedad con tal velocidad y capacidad de contagio que nadie estaba preparado para abordarla de manera rápida. Nosotros hemos tenido esa sensación; día que pasaba, hora que pasaba, era peor. En el tema de los materiales y los equipos de protección hubo un déficit importante también. Me acuerdo de aquellas imágenes que se emitieron en televisión con subastas en los aeropuertos, que reflejan la dificultad que hubo en Europa. Eso fue lo que más nos hizo sufrir, pero hubo reacción, con el establecimiento de los protocolos, la decisión de destinar el hospital de la Cruz Roja para positivos de las residencias€ Creo que esa anticipación ha tenido influencia en la evolución de la enfermedad.

¿Cree que al rechazar las demandas de ELA por supuesta vulneración de los derechos fundamentales de las trabajadoras de las residencias la justicia ha avalado la gestión de la Diputación?

-Esas demandas fueron dificultades añadidas. Suena duro decirlo pero que cuando un responsable de una residencia está en pleno fragor tenga que ir a defenderse a un tribunal añade más dificultad a la gestión contra el virus. La vía judicial ha supuesto una auditoría de la gestión de las residencias y de la Diputación y las cinco sentencias han establecido que la respuesta ha sido adecuada con los medios de que se disponían en aquel momento. Pero lo que más me ha gustado es que los jueces han dicho que la acción en las residencias estuvo encaminada a defender los derechos fundamentales de las trabajadoras y de los usuarios. Y ese sí es un aval muy importante.

¿Se podría esperar que esta crisis pudiera ayudar a encauzar el conflicto laboral?

-Todavía no estamos en esa fase. Pero si alguna enseñanza hemos extraído de esta crisis es que el ámbito de las residencias se ha compactado, la confianza se ha reforzado, por lo que tengo esperanzas de que el tema laboral vaya mejorando. Haremos todo lo posible para contribuir a ello. Pero el futuro es más comunidad, más relación, más trabajo en común y menos confrontación.

Algunas voces han puesto en cuestión el modelo de atención a los mayores.

-Cuando la gente visualiza la supuesta crisis del modelo residencial de Gipuzkoa tiene en mente la imagen de la ministra de Defensa Margarita Robles hablando de que el ejército ha encontrado mayores abandonados y muertos en algunas residencias. Se utiliza esta imagen para poner en solfa un modelo cuando no hay un único modelo residencial. Gipuzkoa tiene el suyo propio, que ha reaccionado de modo ejemplar. Si se pone en solfa, que se ponga sobre la mesa la alternativa. Bajo el contexto del